Los seres humanos evolucionanos a la par de cómo comemos. Avanzamos al manejar el fuego, al aprender a cultivar o cuando inventamos un recipiente de metal que soportara altas temperaturas, como la ollas de hierro.
En el proceso de fabricar los mejores chocolates, las máquinas de moler han sido esenciales: Al molerse la semilla de cacao, sus partículas se miden en micrones, que es la milésima parte de un milímetro. Gracias a nuestra tecnología de vanguardia, refinamos nuestras semillas hasta que logramos seda para el paladar. Los chocolates comerciales usan semillas de cacao molidas de 22 micrones. El chocolate que vas a probar tiene entre 18 y 20 micrones: así, en cada papila gustativa entran dos partículas para producir un estallido de sabor con una textura aterciopelada. Bon appetit.